Hola de nuevo.
A veces me pasa que no logro formular completas las ideas que tengo rondándome la cabeza. Me pasa sobre todo con ideas que siento que realmente valdrán la pena: de alguna manera yo ya sé qué forma van a tener, pero no logro codificarlas todavía de una manera cerrada, de una manera que pueda expresarse. Me pasa cuando compongo, o cuando escribo un texto. Me pasó con mi primer trabajo final de grado, y con el de final de máster, y no me quiero imaginar lo largo que va a ser el proceso ahora que he empezado con mi tesis.
Siempre que una crea alguna cosa (una pieza de música, un mueble de madera, un programa informático), tiene que imaginarla antes de que exista.
Imaginar algo que todavía no existe y darle forma, aún sabiendo que esa forma no será exactamente lo que esperamos. Que lo creado ejercerá cierta libertad sobre sí mismo. Que nos hablará de algo de nosotros mismos que aún no conocemos.
Seguro que os habéis sentido así. Es muy hermoso y, a la vez, da cierto vértigo.
¿Esto que estoy buscando cumplirá mis propias expectativas? ¿me llevará a algún lugar?... ¿Y si en realidad lo único que estoy haciendo es redescubrir el Mediterráneo?
Eso da miedo.
Desde que empezamos con todo esto de Cuarto de tono me he topado de manera directa con lo difícil que es a menudo para el ser humano pensar más allá de aquello que ya conoce. Pensar fuera de la caja.
Y la caja es todo, las cajas están por todas partes.
Los músicos, cuando pensamos en nosotros mismos, nos metemos dentro de la caja que pone “música”, y los actores y actrices en la que pone “teatro”, y la mayoría de la gente en la caja de lo que hace la mayoría, y todos en la caja del descontento y de la desesperanza; pero también en la caja de un pretendido positivismo casi impuesto, pero que parece que tenga que ser; y todos en la caja de la productividad, eso seguro.
Cuando era adolescente creo que sentía que no encajaba en ninguna caja...
-¡vaya, qué sorpresa, Carolina! ¿en la adolescencia…? ¡no me digas!-
Vaaaale, ya sé que todxs nos hemos sentido así en la adolescencia.
Pero quiero decir que me siguió pasando, que mi manera de habitar el mundo ha sido intentar estar en medio de un montón de cajas diferentes. Aunque eso también da problemas, es como un no-lugar en el que estar. Un lugar que te acerca a muchas direcciones, pero no acaba de ayudarte a ser totalmente parte de ninguna.
Cuando me preguntan “¿y en qué consiste el espectáculo?” o “¿y qué es lo que hacéis?”, trato de explicarlo con las menos palabras posibles, pero es difícil. A veces el interlocutor me mira con evidente incomprensión. Aunque el interlocutor sea alguien cercano, alguien que pareciera que debería entenderlo. Alguien que quiere entenderlo.
A veces me frustro. Siento que debo estar explicándome muy mal. Pienso que nadie está dentro de nuestras cabezas, y que cómo van ellos a saber todas estas cosas que lleva una pensando toda la vida. Todas las cosas que nos han llevado hasta aquí.
En esos días María que tiene mucha paciencia conmigo, me recuerda que estamos intentando hacer algo diferente y que es normal, entonces, que la gente no se lo imagine. Ni siquiera nosotras lo imaginamos por completo.
María me recuerda que estamos construyendo la vía férrea entre Venecia y Viena, para cuando venga el tren. -Qué suerte trabajar con alguien que cree tan valientemente en una-.
(Esto del tren tiene que ver con nuestro podcast de presentación, por si no os lo habéis escuchado: https://www.youtube.com/watch?v=nD3qjxndgrM&t=455s)
En esos días asaltan las dudas, ese miedo: a lo mejor la vía ya está construida en otro lugar.
A lo mejor yo debería haber seguido haciendo únicamente aquello que me formaron para hacer.
Luego se me pasa. Me rehago.
Recuerdo la importancia del viaje, del proceso. Sea dónde sea que lleguemos, habrá valido la pena el viaje. El proceso de búsqueda dentro de nosotros mismos, abrir ventanas y tirar tabiques de todas las cajas que tenemos dentro.
Creo que la música tiene mucho que ver con el viaje. Por eso no sucumbiremos nunca a la idea de que ya no “hace falta” una nueva versión de equis sonata de Beethoven o de “El clave bien temperado de Bach”. La versión de cada uno, la búsqueda de cada uno, solo la puede hacer uno mismo.
Lo que sea que tú estás creando o haciendo ahora, solo puede ser hecho y creado por ti de la manera en que tú vas a hacerlo.
En “Presencia” hemos intentado de diversas maneras salir de nuestras propias cajas, ¡todo esto está siendo una locura! Hemos intentado crear algo que nos haga descubrir cosas de nosotros mismos, y a cada persona en el público sobre sí misma. Y emocionarnos a través de ese proceso.
Por eso nos encantó veros en el Teatro de las Esquinas, y que lo compartiérais con todos aquellos a los que les pudo interesar. Aquellos a los creáis que se querían sentir un poco fuera de la caja.
Quiero dejaros un poema, creo que relativamente conocido, de Kavafis.
Me recuerda a mi amiga Julia, que es pianista y sabe de la importancia del viaje, y que me regaló la poesía completa de Kavafis en edición griego-castellano hace unos años. ¡Cómo si yo supiera griego...! Gracias Julia por ser tan tú.
Itaca
Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.
Estamos muy contentas del recibimiento que está teniendo nuestro epistolario y nos encanta las respuestas que nos estáis dando. Estamos muy agradecidas porque estamos poniendo todo nuestro corazón en este proyecto y nos estáis apoyando con creces. Sin más, sólo queríamos agradecerte que estés con nosotras en Cuarto de Tono, porque apoyando nuestro proyecto, estás ayudando a cambiar la música.
Nuestro más sincero agradecimiento.
Un fuerte abrazo
Carolina Cerezo
No te pierdas los contenidos exclusivos para gente muy Cuarto de Tono.
We use cookies to improve your experience and to help us understand how you use our site. Please refer to our cookie notice and privacy policy for more information regarding cookies and other third-party tracking that may be enabled.